viernes, 31 de agosto de 2018

Día 7 Italia: El Vaticano y miradores de Roma



Hoy madrugábamos y nos íbamos directamente a coger el metro para dirigirnos hasta el Vaticano, era Sábado y nos imaginábamos que habría muchísima gente.





Una vez que llegamos a la zona del vaticano encontramos unos cuantos puestos de recuerdos por 1€, no nos lo pensamos nada y empezamos a cargar con recuerdos para todos, las mismas figuras del coliseo que en la Fontana Di Trevi costaban 7€, aquí 1€!!

Una vez habíamos cargado con nuestros recuerdos de Roma, enfilamos la calle que se dirigía a la Plaza de San Marcos.

En esta calle nos paro un guía preguntándonos si llevábamos entradas para el Vaticano (¡ Mucho OJO! Intentan engañaros!!)

Les explique que llevaba entrada para los museos vaticanos, sólo para mi, ya que David ya había estado hacia unos años y como la entrada no es precisamente barata decidió no volver a pagar.

Como vio que con eso no tenía nada más que hacer, nos pregunto por la entrada a la Basílica, claro yo le dije pero si la entrada es GRATUITA, y ya me empezó a decir si pero hay 3 horas de fila y si coges la entrada de 30€!! si si 30!! con nosotros entraras sin hacer fila. Declinamos sus "maravillosas" ofertas por supuesto.

Nos quedamos un poco asustados con eso de las 3 horas de fila, así que le dije a David que mientras yo entraba a los museos vaticanos el fuera a hacer fila a la basílica y cuando yo saliera nos encontraríamos allí.

Me fui directamente hacia los museos, al llevar la entrada no tuve que hacer fila, pero si que tuve que pasar por unas taquillas para cambiar mi entrada online por un ticket.

Una vez dentro, me dirigí a una preciosa terraza con vistas a la cúpula de San Pedro, para mi lo más bonito de los museos.



Si me decidí a pagar la entrada a estos museos era porque ir a Roma e irme sin ver la Capilla Sixtina sabía que me arrepentiría, así que lo hice, pero ahora mismo no lo volvería a hacer.

Para llegar hasta la capilla sixtina no pude disfrutar de nada de lo que se encontraba en el interior, había gente por todos los lados, te empujaban, para pasar de una sala a otra te apretujaban y cuando ya llegas a las escaleras que bajan a la capilla te sientes como un animal que va al matadero, fue realmente horrible, no merecía pagar tanto para pasarlo tan mal.

Eso si una vez en la Capilla ves lo bonita y maravillosa que es pero claro de pasada, en cuanto entras hay unos cuantos de seguridad que te van dirigiendo a la salida, es decir tienes unos minutos para verlo, no me lo podía creer es que después de haber pagado 20 euros de entrada no podía ni disfrutar de esa obra de arte.



Eso si, si habías cogido la entrada con guía podías quedarte en medio de la capilla tranquilamente con los paraguas en lo alto para que te vieran bien.

Salí de la capilla y lo único que quería era salir de allí, me sentía decepcionada y agobiada.

Entiendo que todo el mundo tengamos derecho a ver estos lugares turísticos y todos tenemos el mismo derecho pero ¿no se dan cuenta de que así no se puede disfrutar nada? ¿Porque no limitan la venta de entradas? Bueno, la respuesta esta clara, sino no ganarían tantísimo dinero.

a todo esto se sumaba el que David solamente hubiera tenido que hacer fila de media hora para entrar a la basílica, ¿porque intentan engañar a la gente? Tampoco lo entenderé nunca.

Pero bueno una vez que estaba fuera de los museos vaticanos intente olvidarme de esta mala experiencia y seguir disfrutando de Roma que era maravillosa.

Llegue a la plaza de San Pedro y me quede impresionada, no me la esperaba tan grande y me puse a recordar las escenas del código da vinci o de otras películas en las que aparece.

Después de 30 minutos de fila eso si con un calor infernal ya estaba dentro de la basílica y me reencontraba con mis chicos que se lo estaban pasando genial corriendo de un lado a otro.

Una vez que ya estábamos todos reunidos y decidí pasar pagina del agobio en los museos y seguir disfrutando de nuestro último día en Roma, dimos una vuelta por el interior de la basílica que es impresionante y tiene verdaderas obras de arte, la verdad que merece la pena entrar en su interior sobre todo siendo gratuita.

Lo que también podéis hacer pero esta vez pagando es subir a su impresionante cúpula desde donde se obtienen unas vistas impresionantes, nosotros no lo hicimos porque además de que es un incordio subir cargando al peque, íbamos justos de tiempo y había muchísima gente así que decidimos dedicar el tiempo a otras cosas.

Una vez fuera pude disfrutar mucho más de la preciosa plaza de San Pedro diseñada por Bernini y rodeada de columnas que según tengo entendido simbolizan la acogida a los fieles.



Empezábamos a tener hambre y hoy queríamos ir a una de las pizzerías más famosas de Roma y que me habían recomendado. Se nota que es muy recomendada porque cuando llegamos y nos sentamos en su terraza todos los de las mesas de al rededor hablaban español.

Se trata de la pizzería Da Bafetto, la pizza estaba deliciosa y muy bien de precio, así que yo también la recomiendo muchísimo.





Después de comer nos dirigimos hacia el Castillo de Sant Angelo, que aunque no íbamos a entrar ya que la entrada me parece un poco cara y me habían dicho que lo único que merece la pena son las vistas desde su terraza pero tenía ganas de ver su imagen desde la otra orilla del río y la verdad que es muy bonito aunque eso de sacarte las fotos sólo en el puente lo dejamos para los que se levanten a las 5 de la mañana jeje




 Fuimos caminando hasta la Plaza del Popolo de la que todo el mundo habla maravillas y no se si es que esperaba más de ella, que toda la plaza estaba llena de obras o que hacía un calor horrible y no había ni una sombra pero me decepciono muchísimo así que sin perder mucho tiempo nos fuimos hasta el siguiente punto.




Llegamos a la Piazza del Campidoglio donde se encuentran los museos capitolinos pero lo que más llama la atención es que aquí se encuentra la famosa escultura de la loba y rómulo y remo que simbolizan los orígenes de esta ciudad.


De camino a nuestro siguiente punto pasamos por la Bocca della Verita, que aunque no sea una de las visitas más destacadas de esta ciudad, como pasábamos cerca, no había mucha fila y es gratis decidimos hacernos la típica foto metiendo dentro la mano y ya de paso ver su pequeña iglesia.


Llegados a este punto ahora nos tocaba comenzar a subir ya que nuestro siguiente punto se encuentra situado en la Colina de Aventino. Aquí se encuentra la mirilla secreta de los caballeros de Malta, aunque cada día va siendo menos secreta ya que cuando llegamos ya había gente haciendo fila.


Así que no tiene perdida cuando veáis una fila de gente haciendo fila delante de una puerta sabréis que habéis llegado.

Eso si en el tiempo que estuvimos haciendo fila no nos aburrimos nada ya que había dos bodas una muy sencilla y bonita pero la otra a todo lujo y si ya estábamos alucinando imaginaros la cara que se nos quedo al ver llegar un impresionante Ferrari, eso si lo que nos reímos ya que tanto al bajar como al volverse a montar se dio unos cabezazos contra el techo del coche...

Pues nada después de un pequeño rato haciendo la fila llego nuestro turno y por fin pudimos ver el secreto que aguarda tras esta mirilla de la puerta de la embajada del priorato de Malta, también conocida como la Orden de Malta.

Y la imagen que nos deja sobre todo cuando el sol ya empieza a caer es alucinante, eso si no os voy a poner foto porque en persona es muchísimo más bonito, las fotos que hicimos a través de la mirilla no hacen justicia.

Y justo aquí al lado se encuentra el Jardín de los Naranjos uno de los mejores miradores de Roma donde encima se respira una tranquilidad y viene genial para descansar del bullicio de la ciudad, aunque a decir verdad es la ciudad donde menos agobio hemos encontrado de momento.

Allí pudimos disfrutar de la música en directo, una pequeña exposición de arte, como los novios de una de las bodas se hacían sus fotos y es que no hay un lugar mas romántico que aquel y sobre todo disfrutamos de un precioso atardecer con vistas a la ciudad de Roma.


Emprendimos la vuelta al apartamento, bajamos la colina y allí mismo cogimos un autobús que nos dejara al lado de nuestro alojamiento.

No pagamos el autobús claro porque pasa lo mismo que en Milan, no sabemos donde se compra el billete jaja además vimos que nadie de los que se subían pagaban, pero yo solo deseaba bajarme porque imaginaba que de un momento a otro nos lo pedirían y como no lo llevábamos nos multarían, menos mal que no paso nada de eso.

Me daba una pena terrible tener que despedirme de Roma, me había enamorado de la ciudad y tiene tanto que ofrecer que 3 días saben a muy poco. Si que es cierto que da tiempo a ver lo principal pero me encantaría volver a esta ciudad y pasar por lo menos 5 días en los que descubrir más barrios bonitos y pintorescos y saborearla un poco más y sin prisas. Quien sabe quizá en un futuro... 

Ahora si tocaba cenar y volver a meter todo en nuestras mochilas, el viaje continuaba...








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