22 - Abril - 2017
Aprovechamos el puente del 23 de Abril que aunque caía en Domingo al ser San Jorge patrón de Aragón, en Zaragoza nos daban fiesta el Lunes para hacer una escapada que llevábamos tiempo queriendo hacer.
Ya lo habíamos intentado en otras ocasiones pero ya fuera por mal tiempo o por trabajo teníamos que acabar cancelando el viaje.
Pero ahora si que si, el Sábado 22 de Abril poníamos rumbo a Cuenca.
Para mucha gente es una ciudad olvidada que creen que no merece la pena por ser una ciudad pequeña, pero se equivocan Cuenca tiene un encanto especial, y aunque ya sabía que me iba a gustar no pensé que fuera tanto.
Lo bueno de este destino es que no necesitas muchos días para visitarla, ya que con un par de días o tres es suficiente, si quieres hacer alguna excursión porque si lo único que quieres visitar es su casco histórico podéis hacerlo incluso en un día.
Llegábamos al Hostal Cortes el sábado después de comer, tengo que recomendaros muchísimo este hotel, pero creo que lo haré en una entrada a parte.
Dejamos las maletas y no quisimos perder tiempo para recorrer la ciudad.
Desde el hotel nos dirigimos caminando hasta el Paseo del Huécar para subir caminando hasta el famoso puente de San Pablo (aunque en el mapa las distancias parezcan más largas no lo son, se llega en un momento a cualquier punto de la ciudad)
- Puente de San Pablo:
Se sitúa sobre la Hoz del Huécar, antiguamente sobre este lugar se situaba un puente de piedra pero acabo desplomándose, desde 1902 se encuentra el actual, construido en hierro y madera y es desde donde se obtienen las vistas más famosas de las casas colgantes.
Una vez que llegamos aquí un poquito más arriba nos encontramos el parador de cuenca desde donde también aprovechamos para sacar unas cuantas fotos del paisaje y de las casas colgadas.
Ahora si tocaba cruzar el puente de San Pablo y aunque a mi me costo un poquito por la sensación de vértigo, he de decir que las vistas son impresionantes y que es un punto imprescindible que visitar, además que teníamos que cruzarlo para poder adentrarnos al casco histórico si no queríamos tener que volver a dar toda la vuelta.
Una vez cruzamos el puente llegamos a la cuesta de la calle de los Canónigos hasta situarnos en los pies de las Casas colgantes.
- Casas Colgantes:
Son el símbolo de la ciudad. Se asoman al río desde sus balcones de madera voladizos sobre el acantilado.
Tres de ellas son visita bles : "La casa de la sirena" que aloja un mesón donde degustar platos típicos y "Las casas del Rey" que contienen un museo de arte abstracto.
Siguiendo la calle llegamos a la Plaza ciudad de Ronda, desde donde podemos divisar los Rascacielos del barrio de San Martín.
- Rascacielos del barrio de San Martín:
Se tratan de edificios de 3 o 4 alturas, y con esto os preguntareis porque se llaman rascacielos si no son altos, reciben este nombre ya que si se miran desde la orilla del río Huécar parecen rascacielos y que surgieran desde la propia montaña.
Estos edificios se construyeron cuando llegaron a la ciudad los artesanos donde se alojaron y fabricaban sus artesanías para después trasportarlos calle arriba hasta el mercado.
Pasando por unas calles empedradas llegamos a la Calle Obispo Valero donde ya podemos ver el lateral de la Gran Catedral.
En esta calle antes de llegar a la Plaza Mayor, encontramos uno de los sitios recomendados para comer, aunque nosotros no tuvimos ocasión de probarlo y no os puedo dar mi opinión pero os lo digo por si tenéis la oportunidad y así me contáis que tal la experiencia.
Se trata del restaurante " El Secreto de la Catedral" donde he podido leer que tiene platos exquisitos, como solomillo, hamburguesa de ciervo etc, con precios muy razonables por 10€.
Me pena mucho no haber podido probarlo pero ya tenemos una escusa para volver.
Ahora si que nos encontrábamos ya en la Plaza Mayor.
- Plaza Mayor:
Es una de las más bonitas y monumentales de la ciudad. Aquí nos encontramos en el centro neurálgico de la parte alta.
En ella se encuentran el Ayuntamiento, edificio de estilo barroco, caranteristico por encontrarse encima de un puente, el convento de las petras y la catedral de nuestra señora de Gracia del Siglo XII. Además al lado de la catedral encontramos el palacio episcopal que alberga el museo diocesano.
Como el lugar lo requiere y el tiempo acompañaba decidimos sentarnos en la plaza a tomar una cervecita y disfrutar de su ambiente.
He de decir que no esperaba encontrar tanta gente y tanto turismo en esta ciudad, menudo ambientazo!!
Desde donde nos encontrábamos podíamos disfrutar de las preciosas vistas de la Catedral.
- Catedral de Santa Maria y San Julian:
Fue el primer edificio que se construyo en Cuenca tras la reconquista. Tuvo varias fases de edificación que salpican su estilo aunque el predominante es el gótico. La fachada original se derrumbo por lo que la que podemos ver actualmente es del Siglo XX.
Una vez habíamos descansado continuamos cuesta arriba por la calle Julian Romero, callejeando y apañando nos para ir con el carro del niño pero no hay nada que se nos resista y lo más bonito de estas ciudades con tanta historia es perderte por sus callejuelas.
Llegamos hasta la Iglesia de San Pedro que aunque esta no me llamara mucho la atención, lo que si que encontramos es un mirador desde el que obtenemos unas vistas impresionantes de la Hoz del Huécar y el Convento de San ablo que se situa en el parador donde estuvimos al principio al lado del puente de San Pablo.
Después de hacer mil fotos continuamos por la calle del Trabuco hasta llegar a las Ruinas del castillo.
- Ruinas del castillo:
Se pueden divisar las ruinas de un antiguo castillo del siglo XIII del que se conserva la parte de la muralla y sus torres.
Forma parte también de estas ruinas el Arco de Bezudo, una de las antiguas puertas de entrada a la ciudad amurallada.
Se puede subir a este arco, en esta ocasión subió David y yo me quede abajo con el carro, hizo unas cuantas fotos pero tampoco se ve nada especial, hay otros miradores que merecen mucho más la pena.
Llegamos al barrio del castillo donde nos habían recomendado cenar la chica del hotel, después de dar una vuelta por los bares y restaurantes de la zona para decidirnos entre los que más nos gustaban seguimos nuestro lema de siempre, que es ir donde más gente hay, si hay gente es porque se comerá bien no?
Casi nunca falla jeje.
Esta vez tampoco lo hizo.
El restaurante elegido fue el Caserio, nosotros cenamos en la terraza cerrada que tenían una mesa libre pero también tienen toda la planta de arriba de comedor.
La verdad que fue una muy buena elección, cenamos un plato degustación con comida típica por 17€ los dos.
Increíble y muy recomendado.
Después de esta cena tuvimos que poner el GPS para volver hasta el hotel porque tanto callejear no sabíamos por donde teníamos que volver, pero nada en 15 minutos estábamos en el hotel para descansar y recuperar fuerzas.
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